La golondrina
no anuncia el verano pero lo presiente. Vuelven de sus cuarteles de
invierno al comienzo de la primavera y hacen sus nidos en los aleros de
nuestras casas. No paran de volar y dar alimento a sus crías, por eso
ver una aislada y posada es una pequeña alegría. Poder observarla
tranquilamente es un pequeño placer. En el municipio oscense de
Labuerda, a 4 km de Ainsa nos encontramos el ejemplar que aquí
exponemos. Magnifica.
Ambos sexos construyen nido de barro y pajas en forma de media taza,
forrado con plumas, en el alero o viga en edificio; pone, de abril a
agosto, de 3 a 6 huevos blancos ligeramente moteados de pardo rojizo;
incubación, sólo por la hembra, unos 15 días; los pollos, alimentados
por ambos padres, vuelan tras 18 a 21 días. Pueden hacer una segunda
puesta.